Que un matrimonio haya dejado de entenderse, no implica el fin de la cordialidad, ni tampoco de la familia y es vital que los cónyuges hagan un último esfuerzo por arreglar su divorcio de mutuo acuerdo, aunque sea difícil y aunque sea necesaria la ayuda de terceros.
El llegar a un mutuo acuerdo es aún más importante si hay hijos menores de edad, porque la relación y comunicación de la ex pareja se prolongará necesariamente después de la ruptura. Hasta que los hijos cumplan 18 años, abandonen el hogar familiar o sean económicamente independientes, seguirán existiendo muchos asuntos comunes económicos y personales que tratar entre los progenitores.
En los divorcios de mutuo acuerdo, la demanda de divorcio debe presentarse obligatoriamente junto a un convenio regulador, que será revisado por el Ministerio Fiscal (solo si hay hijos menores) y por el Juzgado, para asegurar que se ajusta a la legalidad y que no resulta perjudicial para ninguna de las partes. El convenio regulador recoge las medidas definitivas que van a regular la vida de los ex cónyuges después del divorcio y es un documento fundamental si hay hijos menores en común.
Lo contrario a un divorcio de mutuo acuerdo es un divorcio contencioso, es decir, un tercero, el Juzgado de Primera Instancia o de familia, escuchará las peticiones opuestas de ambas partes y decidirá al respecto.
La diferencia entre ambos tipos de divorcio es enorme, con un divorcio de mutuo acuerdo se obtienen muchos beneficios, económicos y personales.
1º.- Desaparece el sentimiento de que hay una parte ganadora y una parte perdedora.
2º.- El cumplimiento de las medidas pactadas es mayor cuando las dos partes ven que sus peticiones han sido satisfechas en todo o en parte. Las medidas impuestas por el Juzgado se incumplen con mayor frecuencia, sobre todo en cuestiones económicas.
3º.- La carga emocional del proceso es más llevadera para todos los afectados, especialmente los menores. Se rompe la relación de pareja pero no la familia.
4º.- Los plazos para obtener una Sentencia se acortan muchísimo y permite pasar página y avanzar en lo personal cuanto antes.
5º.- El coste económico es inferior, ya que solo hace falta un abogado y un procurador para presentar la demanda conjunta, en vez de uno para cada cónyuge.
Lo recomendable, para evitar futuros desencantos, es asesorarse para elaborar un convenio correcto, completo y detallado, que sea justo y equitativo en derechos y obligaciones para ambas partes y analizando punto por punto todo aquello que pueda ser conflictivo en el futuro. Un buen convenio mejora mucho las relaciones entre los ex cónyuges y es el documento al que hay que referirse en caso de incumplimiento de las medidas acordadas por una de las partes.
En todo caso lo principal es estar asesorado por un profesional de la abogacía especializado en derecho de familia.